sábado, 24 de diciembre de 2016

¡FELIZ NAVIDAD!

                                                                  ¡ FELIZ NAVIDAD!
Todos celebramos el nacimiento del niño Jesús, el  Salvador, bién sea por creencia espiritual y/o religiosa, bién sea por la dinámica  que se celebra por tadicción junto a toda la familia alrededor de la mesa (comidas, cenas), los regalos , los villancicos…todos nos reunimos un año más para celebrar la “Navidad”.
A nivel simbólico a mi me da que pensar que el nacimiento de lo “Nuevo” sea a través de un niño; el niño cuándo nace es “cuerpo y sentir”, inocencia pura que suscita en nosotros una gran ternura, y con ternura le “admiramos y contemplamos”.
Mi reflexión sobre esta admiración que nos conmueve en lo más profundo de nuestro ser, es el reconocimiento de nuestra propia inocencia, que como en un espejo, aunque sea por unos instantes, nos vemos reflejados en los ojos de los bebés y los niños, y cómo todos tenemos un niño herido en nuestro interior, al verle a él, nos vemos a nosotros, conectando con esa inocencia pura que todos en el fondo somos.
Desde esa ternura es desde dónde yo me conecto cada día en mi quehacer con los niños, es la necesidad que me lleva a abogar por el interés y la necesidad del niño, por una infancia digna, y amorosa.
De reconocer que el niño siempre desde esa  inocencia y pura sensibilidad que es en todo momento, tiene la capacidad de enseñarnos lo que es la vida: plenitud, dicha, espontaneidad y vivencia de todas las emociones, llanto, risa, enfado, alegría, tristeza…ellos no distinguen si son buenas o malas, si están bien o mal vistas, simplemente SON por medio de lo que sienten en cada situación.
A medida que crecen van recibiendo el mensaje de que hay emociones buenas y malas, de que se debe ser bueno todo el rato, de que no está bien ni enfadarse ni llorar, y con la escolarización empiezan  las etiquetas que les vamos colocando, por lo que van conteniendo y controlando las emociones; al tiempo que escribo todo esto,  me retrotae a mi propia infancia y siento “mis tripas”, si, lo comparto con vosotros porque cuándo en consulta veo lo contenidos que están nuestros niños, me afecta;  me afecta y mucho, aquí no puedo actuar desde la "asertividad” y quedarme fuera en lo que acontece y nos implica a todos, de todos es responsabilidad ponernos en marcha y tener coraje y valor para vivir sin temor las emociones, vivirlas no es pensarlas, no es razonarlas,  la mente siempre se identifica con lo conocido, con nuestras programaciones , con el ego.
Por mucho que tratemos a nuestros niños en consulta: fisioterapia, psicoterapia, atención temprana, logopedia, psicomotricidad vivenciada, etc, etc, etc… estaremos mejorando síntomas, pero les seguirá afectando nuestro estrés, ansiedad, exigencia, escuela aburrida, actividades frenéticas…al fin ya al cabo es nuestra propia enfermedad, la personal, la social, la de toda la tierra, la de toda la comunidad humana;  la que vamos arrastrando generación tras generación.
Por favor, paremos, miremos en nuestro interior, y conectemos con ese niño herido, para que nos conmueva la coraza con la que nos hemos ido protegiendo del dolor, del mío, y del tuyo.
Hagamos honor a la hermosa palabra “NAVIDAD” que etimológicamente viene del latín “NATIVITATE” que significa:
Nati: Nacimiento.
Vita: de la vida.
Te: para ti.
“NACIMIENTO DE LA VIDA PARA TI”
Por lo que te deseo un ¡FÉLIZ NACIMIENTO DE LA VIDA PARA TI!


No hay comentarios:

Publicar un comentario