¡ FELIZ NAVIDAD!
Todos celebramos el nacimiento del niño Jesús, el Salvador, bién sea por creencia espiritual
y/o religiosa, bién sea por la dinámica que se celebra por tadicción junto a toda la
familia alrededor de la mesa (comidas, cenas), los regalos , los villancicos…todos
nos reunimos un año más para celebrar la “Navidad”.
A nivel simbólico a mi me da que pensar que el nacimiento de
lo “Nuevo” sea a través de un niño; el niño cuándo nace es “cuerpo y sentir”,
inocencia pura que suscita en nosotros una gran ternura, y con ternura le
“admiramos y contemplamos”.
Mi reflexión sobre esta admiración que nos conmueve en lo más
profundo de nuestro ser, es el reconocimiento de nuestra propia inocencia, que
como en un espejo, aunque sea por unos instantes, nos vemos reflejados en los
ojos de los bebés y los niños, y cómo todos tenemos un niño herido en nuestro
interior, al verle a él, nos vemos a nosotros, conectando con esa inocencia
pura que todos en el fondo somos.
Desde esa ternura es desde dónde yo me conecto cada día en
mi quehacer con los niños, es la necesidad que me lleva a abogar por el interés
y la necesidad del niño, por una infancia digna, y amorosa.
De reconocer que el niño siempre desde esa inocencia y pura sensibilidad que es en todo
momento, tiene la capacidad de enseñarnos lo que es la vida: plenitud, dicha,
espontaneidad y vivencia de todas las emociones, llanto, risa, enfado, alegría,
tristeza…ellos no distinguen si son buenas o malas, si están bien o mal vistas,
simplemente SON por medio de lo que sienten en cada situación.
A medida que crecen van recibiendo el mensaje de que hay
emociones buenas y malas, de que se debe ser bueno todo el rato, de que no está
bien ni enfadarse ni llorar, y con la escolarización empiezan las etiquetas que les vamos colocando, por lo
que van conteniendo y controlando las emociones; al tiempo que escribo todo
esto, me retrotae a mi propia infancia y
siento “mis tripas”, si, lo comparto con vosotros porque cuándo en consulta veo
lo contenidos que están nuestros niños, me afecta; me afecta y mucho, aquí no puedo actuar desde la "asertividad” y quedarme fuera en lo que acontece y nos implica a todos, de
todos es responsabilidad ponernos en marcha y tener coraje y valor para vivir
sin temor las emociones, vivirlas no es pensarlas, no es razonarlas, la
mente siempre se identifica con lo conocido, con nuestras programaciones , con
el ego.
Por mucho que tratemos a nuestros niños en consulta:
fisioterapia, psicoterapia, atención temprana, logopedia, psicomotricidad
vivenciada, etc, etc, etc… estaremos mejorando síntomas, pero les seguirá
afectando nuestro estrés, ansiedad, exigencia, escuela aburrida, actividades
frenéticas…al fin ya al cabo es nuestra propia enfermedad, la personal, la
social, la de toda la tierra, la de toda la comunidad humana; la que vamos arrastrando generación tras
generación.
Por favor, paremos, miremos en nuestro interior, y
conectemos con ese niño herido, para que nos conmueva la coraza con la que nos
hemos ido protegiendo del dolor, del mío, y del tuyo.
Hagamos honor a la hermosa palabra “NAVIDAD” que
etimológicamente viene del latín “NATIVITATE” que significa:
Nati: Nacimiento.
Vita: de la vida.
Te: para ti.
“NACIMIENTO DE LA VIDA PARA TI”
Por lo que te deseo un ¡FÉLIZ NACIMIENTO DE LA VIDA PARA TI!